Las Ideas sólo pueden ser concebidas por medio de la contemplación pura que se pierde en el objeto, y la esencia del genio consiste en la capacidad preeminente para esta contemplación, y como ésta, existe un completo olvido de la propia persona y de sus intereses; la genialidad no es otra cosa que la objetividad máxima, es decir, la dirección objetiva del espíritu en oposición a la dirección subjetiva encaminada hacia la propia persona, o sea hacia la voluntad […]. La genialidad es la facultad de conducirse meramente como contemplador, de perderse en la intuición y de emancipar el conocimiento [...] para convertirse en sujeto puro del conocimiento, en visión transparente del mundo, y esto no de manera momentánea, sino por tanto tiempo y tan reflexivamente como sea necesario […] para “fijar en pensamientos eternos lo que se mueve vacilante en forma de fenómeno fugitivo” (Goethe).Artur Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, cap. XXXVI