EL QUE ACECHA
Ana María Shua
Mi
espada hiende el aire. La herida se cuaja de goterones sangrientos. ¿He
acertado por fin en el cuerpo del que acecha, enorme, del otro lado de la
realidad? ¿Es la música de su muerte este vago rugido estertoroso, esta
respiración gigante? ¿O es el aire mismo el que, partido en dos, agoniza?
Asoma
por el tajo la hoja de otra duda, de otra espada.