EL TÓTEM
(Philip Hammial)
Un suicida del décimo piso aterriza en
la espalda de un suicida
del noveno piso y el noveno sobre el
octavo y así sucesivamente
hasta la planta baja del edificio (hay
incluso un suicida del primer piso
que aterriza en la espalda de un
hombre en la acera); y así tenemos
con estos suicidas frustrados una
torre oscilante de acróbatas, un tótem
viviente de rostros atónitos; y cuando
el hombre en la acera (que esperaba
que el semáforo cambie y que es muy
fuerte) empieza a cruzar la calle es
aclamado por un estrépito de bocinas
y una gran ovación.